martes, 27 de noviembre de 2007

BIOGRAFIA DE ALBERTI, LEON BATTISTA


Arquitecto y escritor italiano, fue el primer teórico del arte del renacimiento, y uno de los primeros en emplear los órdenes clásicos de la arquitectura romana.


Libros relacionados con la biografía:
RENACIMIENTO Y BARROCO TOMO 1
RENACIMIENTO Y BARROCO TOMO 2
EL ARTE EN LA ITALIA DEL RENACIMIENTO

Biografía

1404 - 1472

Vida
Leon Battista Alberti hijo natural del florentino Lorenzo di Benedetto; nació probablemente en Génova en 1404.
Es uno de los más grandes artistas del Renacimiento italiano.
Muy joven debió salir de Génova, constando que su padre estaba en Venecia en 1414.
Estudió en las Universidad de Padua y Bolonia, donde se doctoró a los 24 años.
En 1428 está en Florencia. De 1431 a 1434 reside en Roma, donde estudia los monumentos clásicos en especial, más que las formas artísticas en sí mismas, los principios en que se fundamenta la belleza en la arquitectura de la Antigüedad.
De nuevo en Florencia en 1434, se introduce en los medios humanísticos. Es entonces cuando debió percibir la importancia y la novedad de la obra de Brunelleschi.
Testimonio de su admiración por el gran maestro florentino es la dedicatoria de su:
- Tratado De pictura
En 1436 está en Bolonia, constando varios viajes a Venecia y Parma, y, en 1438, en Ferrara.
Vuelve a Roma después de 1443, renovando sus estudios en torno a la arquitectura romana, consecuencia de los cuales es su famoso tratado:
- De re aedificatoria, en 10 libros, que ofrece a Nicolás V en 1452. Esta obra es fundamental para la teoría estética de la arquitectura renacentista.
En él se contienen los principios esenciales de la arquitectura del Renacimiento, tanto en cuanto a los fundamentos básicos de la belleza arquitectónica, como en su concreción en formas y en determinados tipos de edificios.
Para Alberti es la matemática, el número, la medida, las proporciones en suma, el fundamento de la belleza.
El círculo -y de ahí la importancia de la cúpula- es la forma más perfecta, y como derivadas de ella, las figuras geométricas que con el círculo se relacionan, como el octógono. Junto al círculo es el cuadrado la forma geométrica de mayor perfección. Con estos principios, tomando como base para su trazado y alzado estas figuras geométricas, se encuentra en cualquier tipo de edificio la razón de la belleza objetiva, perfecta.
Junto a estos principios racionales y en relación con ellos, en el ornato de la arquitectura sitúa Alberti en un lugar principal la columna, que alcanza gran importancia en la arquitectura renacentista.
Primeras obras
En torno a 1430 se inicia propiamente su labor como arquitecto, que en todo momento fue de carácter más teórico que práctico.
Esta tardía actividad práctica, en contraste con la intensa actividad que como teórico ha ido desarrollando en múltiples trabajos, de las más diversas materias, ha sido el fundamento para que se haya puesto en duda su labor como arquitecto.
Desde este punto de vista parece que Alberti preocupábase más de las trazas, de la idea general del edificio, participando directamente en muy contadas ocasiones.
Hacia 1450 interviene en algunos problemas referentes a San Stefano en Roma, base quizá para sus estudios en torno a la primacía de la planta central para las iglesias.
También hacia estas fechas, y en relación con Nicolás V, se registra su intervención en las fortificaciones romanas, como superintendente, y en algunas cuestiones en torno a la antigua basílica de San Pedro.
Su obra fundamental de estos años es la reforma del templo de San Francisco de Rímini. Esta iglesia, convertida en templo Malatestiano a instancia de Sigismondo Pandolfo Malatesta, sefíor de Rímini, es una de las obras fundamentales del Renacimiento italiano.
La idea de Sigismondo Malatesta era convertirlo en templo votivo en honor de su esposa Isotta y que al mismo tiempo sirviese de panteón de los hombres ilustres de la ciudad de Rímini.
Con esta idea Alberti organiza una fachada en la que el elemento fundamental es un arco de triunfo central que da acceso al templo y a los lados otros dos, cegados, en los cuales habían de colocarse las urnas funerarias de Sigismondo y de Isotta. En la parte alta un segundo arco de triunfo resaltaba la calle central, de acuerdo con la estructura gótica de la iglesia, y en la parte externa de la construcción una serie de arcos albergaban los sarcófagos de los hombres famosos de la ciudad. En el interior, inacabado, sobresalen las capillas con bellísimas alegorías de las Virtudes y Ciencias, anagramas de Sigismondo e Isotta y un riquísimo repertorio de formas decorativas, en las que intervino, como principal colaborador de Alberti en toda la obra, Mateo de Pastis.
De el mismo periodo es la construcción del Palacio Rucellai en Florencia, que en su organización en cuerpos y calles rompe con la concepción del palacio cerrado de Brunelleschi y sus discípulos, al mismo tiempo que en las divisiones rectangulares que se originan vemos la aplicación del concepto de las medidas áureas que Alberti utiliza en todos sus edificios.
De poco después es la fachada de Santa Maria Novella, en Florencia, feliz resolución del problema de la organización de una fachada renacentista a una estructura gótica, sin romper con la armonía del conjunto. En ella es fundamental la solución del problema del desnivel entre la calle central y las laterales, que resuelve Alberti con grandes volutas que enlazan y unifican la fachada, rematada en frontón, organizando estructuralmente el conjunto mediante la combinación de cuadrados y rectángulos.
De esta manera, manteniendo unos principios racionales estrictamente renacentistas, traza Alberti una fachada que no rompe bruscamente con la estructura y las formas góticas, al saber aprovechar los elementos clásicos que están implícitos en la arquitectura gótica italiana.
Mantua
A partir de 1459 sus estancias en Mantua se repiten.
De 1460 es el proyecto para la Iglesia de San Sebastián, concebida como un cuadrado con capillas rectangulares, que dibujan una cruz griega, y un pórtico de seis pilastras.
Esta obra, hecha para Ludovico Gonzaga, no llegó a terminarse por diversas circunstancias, siendo dirigida por Luca Fancelli.
En torno a 1470 se sitúan las trazas de la Iglesia de San Andrés, también realizada por encargo de Ludovico Gonzaga. La obra, iniciada en 1472 aunque acabada después de su muerte y reformada, es una de sus obras maestras.
A un interior constituido por una gran nave, con bóveda de cañón -curiosamente más alta que la fachada- con tres capillas por lado, crucero con cúpula y presbiterio rectangular, corresponde una monumental fachada concebida como un gran arco de triunfo, con grandes pilastras, nichos y frontón, en la que está implícita toda la grandiosidad y la valoración de la luz de la arquitectura cinque-centista.
En este aspecto es la obra más avanzada de Alberti y la que más influencia ejerce, ya que se halla en íntima relación con el modelo que luego ha de ser adoptado por la Compañía de Jesús.
Por último, consta que en sus últimos años interviene en proyectos y trazas para la iglesia florentina de la SS. Annunziata, para terminar la parte inacabada por Michelozzo.
Como teórico desarrolló Alberti una extensísima labor, conociéndose cerca del centenar de escritos de diversa índole.
Aparte de numerosas obras de carácter poético, moral, filosófico, científico y técnico, y además de los ya citados tratados Della Pittura y De re aedificatoria, redactó una Descriptio Urbis Romae y un tratado De statua. En este aspecto, como hombre de cultura universal es el más claro precedente de Leonardo da Vinci y una de las mentes más fértiles de la Italia quattrocentista.
Fallecio en Roma, en abril de 1472.

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